Todas las cosas ya fueron dichas
pero como nadie escucha,
es preciso comenzar de nuevo.
André Gide
Llegara el día
en que la noche se canse
de ser la mitad oscura del tiempo
Octavio Peñaloza
Adentrarse en Madrugadía de Octavio Peñaloza, es partir el silencio en dos pedazos de una misma espera. Es este encaminarse desnudos, vacíos de una u otra costilla, hasta el encuentro con esos trenes y gallos que se despiden dolorosamente, como nos habrá sentenciado ya, Jaime Sabines, es esta infinita sensación del tiempo donde a través de la vigilia, se escudriña mediante el silencio, el movimiento del mundo y de las cosas.
″ Voy a cerrar los ojos
para que caigan en mi cabeza
las estrellas y la noche ″
″...muerto errante
por las noches
vuelvo a ella
la mugre de mi día aterriza el sopor de la tarde agria
canto en la sala
y aplauden los insectos ″
Como paciente curador de la noche, como se autodefine su yo poético, Peñaloza va construyendo sobre los andamios de una voz coloquial, su propia estación de insomnios. Sus versos resignifican la búsqueda del objeto amoroso, el deber transitorio de su propios deseos.
″ como gato patrullo la sombra
vigilo mi propio sueño ″
″ cada uno en su ducha
deja los residuos de su día
cada uno en su sala
peinado
perfumado
ve el reloj
y se impacienta ″
A través de la sucesión de breves manifiestos cotidianos, el poeta va asociando todo lo común y trivial de ciertos lugares con la construcción de un corpus poético frankesteriano, que abreva y se mueve al son que le trastoca su realidad.
″ hasta dios se emborracha
Y baila son cubano
con Ángeles corto de ropa ″
″ estas lagrimas
no lavaran sino mi barba
el alma está fuera de su alcance ″
No hay atole con el dedo, es la angustia existencial, el desasosiego social, la muerte, por supuesto el amor, los mecanismos de este sencillo, (pero no por ello, falto de significaciones) proceso de construcción con el que Octavio vincula la contemporaneidad con esas pequeñas y grandes preguntas espacio-tiempo y nos lleva a través de su discurso, por atisbos de una voz joven nutrida de fuertes frecuencias tutelares como la de Sabines, Sabina, Huerta, Ricardo Castillo, entre otros.
Desde sus primeros textos, el de los siete segundos (como ejemplo) poema aclamado por sus musas, Peñaloza traza ya con filosa vocación poética, contundente figuras e imágenes claras, concisas muchas veces, precisas otro tanto, sobre todo aquello que él, a ella, al silencio del mundo pertenece :
″ quizá tus ojos alumbran lámparas
para desnudar la noche ″
″esta alma tan negra
perfecta trampa
para luciérnagas ″
″ sabe el sol
que en algún lugar del tiempo
encontrará su sombra ″
No será necesario, pero si justo señalar sin embargo, que esta referencia poética que habita los cuartos de Madrugadía, es sólo un primer testimonio, una latente amenaza, los agudos momentos del poeta están por venir. Llo mejor que va escribir Octavio Peñaloza se huele en el aire. Madrugadía es apenas el comienzo de ese largo túnel hacia la luz de otros sepulcros, de otras reencarnaciones y nacimientos.
¿Si este no será su mejor libro, porqué chingaos entonces será importante leer y apostar por Madrugadía en estos tiempos de crisis que en lo que menos se invierte, se cree y se práctica es en poesía?
En primera, porque el poeta infértil no tiene palabras donde caerse muerto, y en este libro lo que sobran son palabras, y Peñaloza posee fertilidad en el lenguaje y una larga vida para continuar estos ejercicios de búsqueda latente. Porque es un poeta que ha apostado a la dedicación y a la disciplina de un oficio en el que la madurez se mide a través de la sin cosesion y la autocrítica.
″ Amplia es la avenida del aire
por donde el polvo de luz
traza su camino ″
En segunda, porque Madrugadía, logra tocar la fibra íntima de la ironía, de la soledad, del dolor, del amor, del encabronamiento. Porque el libro comienza su búsqueda original y legitima, y el autor busca trascenderse a sí mismo.
Porque el acto creativo puede ser esto ya dicho también por Jaime Sabines:
″ Si pudieras escarbar en mi pecho, y escarbar en mi alma y escarbar por debajo de las tumbas, no encontrarías nada... Es sólo el tiempo el que pone algo en las manos, una fruta, una piedra algodones o vidrios ″
¿invertir entonces?..Sí, porque ella provoca, porque la poesía "ocurre" como dice Peñaloza, porque ...apagar una vela, es encender un misterio..