miércoles, 30 de diciembre de 2009

El Sabino de los Poetas, el Abuelo del Agua.


“El Sabino de los Poetas es un árbol ancestral con más de 800 años de vida, ubicado en las inmediaciones de las comunidades de El Puesto, Jofre y Santa Rita, pertenecientes al Municipio de Celaya.


Miguel Ángel Arredondo, activista,poeta, editor y guardián de esta tradición y su leyenda, nos comentó que había que peregrinar hasta ese sitio donde los antiguos grupos indígenas, fieles amantes de la palabra, al finalizar el ciclo de cuatro años solares, se reunían bajo el cobijo del gran abuelo del agua.

También dijo que como nosotros, algunos otros, desde el centro de América dieron inicio a los primeros recorridos a los cuales se iban sumando en el camino, otros oficiantes hasta llegar a esas tierras para celebrar el solsticio de invierno con un encuentro de flor y canto exactamente bajo la espesa fronda del hoy llamado “Sabino de los Poetas”.
Para llegar ahí, rezan las indicaciones hay que tomar la carretera Celaya-Salvatierra, llegar al crucero (Partidas, junto al balneario "Los Arcos") seguir la flechas previamente instaladas con dirección a las comunidades de "El Puesto" y "Santa Anita"; dar vuelta a la izquierda, a la altura del fraccionamiento "Santa Rita" y sin entrar en él( aunque ya de regreso ya en la oscuridad de la noche nos metimos creo), seguir un camino angosto y pedregoso hasta la llegar al pie del místico ahuehuete donde el público extrañamente ya espera, reunidos en pares o en familia bajo la grandiosa sombra del árbol, a la espera de la esférica luz de luna, o el calor de las lumbreras, de los destellos de estrellas o el cobijo helado del viento de la noche.
El encuentro comenzó bajo el esplendor de la danza, la magia y el rito, el pedir permiso a los antiguos dioses y homenajear al abuelo-sabino.


Creadores nacionales y extranjeros acudieron este séptimo año al lugar para exponer y compartir su trabajo. Poetas, versificadores, músicos, cantantes, dramaturgos, danzantes, valetistas, bohemios, cuentacuentos, bailarines, fueron invitados, entre ellos:

Marisela Macías (D.F)· Eduardo Zitte (Cuautla, Mor.)· Fernando Cortés· MASIOSARES Paula y Oliver (D.F.)· Poncho Torres y su grupoEscritores participantes· Jesús Zarazúa Rangel (Sn. José Iturbide)· Paula Veroly (D.F.)· José H. Velásquez José (Salvatierra)· Xermán Vázquez· Aída Valdepeña (Cuautla,Mor.)· Carlos Torreblanca (Zacatecas)· Atenodoro Santiago (Comonfort)· Gerardo Sánchez· Erasmo Sánchez· Antonio Sánchez (Comonfort)· Indalecio Salgado (Comonfort)· Alejandro Olvera· Oliver Navarro (D.F.)· Lorenzo Morales Malasangre(Tabasco)· Félix Meza· Javier Malagón· Santiago León· Pablo Lanuza· Javier Martín Ignacio (España)· Carlos Huaman (Perú)· Justine Hernández· Levit Guzmán· Ramón Granados (Apaseo el Alto)· Silvia González· Marion Flores· Felipe De la Torre· Cristina De la Concha (Tulancingo, Hgo.)· Angélica Curiel· Raúl Chávez· David Carracedo· Montserrat Campos· Baudelio Camarillo· Raúl Bravo (Guanajuato)· Ramiro Bolaños (Michoacán)· Luz Helena Becerril (Salvatierra)· Neftalí Báez· Blanca Estela Báez (Salamanca)· Miguel Ángel Arredondo· Roberto Hurtado (Salamanca)

2 Encuentro de Escritores del Sur Sureste 2009, Jaime Sabines

Rolando Mazariegos y Rene Correa, dando luz verde a los reencuentros
“La mano invisible,
nos está matando a chingadazos,
que no sentimos.."
Roberto Marris

Abriendo Caminos, en la niebla.

Los Chiapanecos vuelven a poner el punto sobre la i, como sede del encuentro de narradores del sur-sureste de México, el proyecto nace como una iniciativa de Rolando Urbano Mazariegos Maldonado, Leonardo Da Jandra y Alejandro Aldana Sellschopp, apoyados por Carlos Román de CONECULTA, Rene Correa coordinador de carrera de la universidad Intercultural, algunos otros funcionarios culturales y el equipo de logistica de la carrera en gestión y promoción de las artes comandada por Marcela Reyes quienes desmostraron desde un principio una capacidad de resistencia y operaciòn ante las adversidades, cuyo apoyo fue fundamental para la organización del encuentro.

Es a partir de esta reciente reunión de creadores sureños, orquestada en Chiapas, en que se debería de algún modo reestructurar la dinámica y los aspectos formales de nuevos eventos literarios, por lo menos los realizados en el sureste mexicano. Si bien es cierto, estos tipos de concentraciones, encuentros regionales, estatales, muestras, festivales, etc, obedecen a intenciones y conjeturas diversas en las que se yuxtaponen trasfondos distintos, que van desde el colectivismo sin ánimos de lucro, el protagonismo ramplón o la búsqueda del posicionamiento político e ideológico bajo la argumentación de la cultura, es evidente que estos actos públicos (curiosamente realizados en lugares cerrados) son infinitamente necesarios para la divulgación y el acercamiento entre el creador, la obra y sus lectores.

No es que estos encuentros sean ya terrenos agotados e infértiles, esa mampara de celebridades (grandes y pequeñas) que llegan desde distintos puntos a exponer ese objeto de culto inescrutable que es su obra presente. Lo que pasa es que ha dejado de ser ese espacio lúdico de reflexión y análisis, donde el texto, esa unidad de medida que representa el trabajo del creador en ciernes ha perdido su diálogo con la crítica. En estos momentos de crisis va siendo necesario redireccionar los reflectores, las posturas, alejarse de la pose, del discurso y las buenas intenciones que nada resuelven, guardarse del aplauso, las palmaditas en la espalda, pasar de la formulación teórica, al sencillo acto de la práctica, comenzar a dudar de los elogios y de la buena fe que en literatura no sirve para nada.


En nuestro Sur no falta talento, falta compromiso, nuestra mediocridad es resultado de la negación a la autocrítica, de nuestros provincianos egos y la pobreza de percepción del mundo que nos circunda. Y es cierto, a algunos nos gusta mirar la tierra en el ombligo ajeno, y algunos otros acicalamos tanto el nuestro. Quizás lo fue en otro tiempo, pero hoy, a merced de la tecnología la distancia no es pretexto para reconocernos, la falta de libro o texto publicado ya no es excusa para asumirnos como lo que somos o pretendemos ser, nuestro manifiesto. Es un poco desalentador que a pesar de los esfuerzos como los mostrados en Chiapas, a pesar de los recursos, de la disposición de unos cuantos,(la asociación "Abriendo Caminos" del municipio de Yajalón,entre otros) las preguntas persisten en el anonimato, y las respuestas nunca son dadas ni por encima ni por debajo de la mesa. Es verdaderamente triste que los silencios y las sillas continúen vacías. Para estos próximos años, debe la crítica seguir siendo esa manera de cambio, el trueque para que la palabra reunida se fortalezca y enriquezca.

foto: MIkeas Sanchez
El evento se realizó en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en las instalaciones del CEDUI de la Universidad Intercultural de Chiapas, los días 9,10 y 11 de diciembre de 2009, se reunieron entonces más de veinte escritores de los Estados de: Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo, Campeche. Entre los convocados estuvieron: Joaquín Peón, Eduardo Huchín Sosa, Lucía de Block, Antonio Leal, Agustín Labarada, Lorenzo Morales, Fernanda Melchor, Agar García, Leonardo Da Jandra, Vicente Gómez Montero, Jorge Peach, Amín Micelí Hernández, Roberto Rico, Héctor Cortés Mandujano, Rodrigo Solís,Jorge Cocom, Balam Rodrigo, Rolando Mazariegos, Alejandro Aldana, Roberto Rico,entre otros.



martes, 29 de diciembre de 2009

Fin de año, una victoria pírrica

Algo de triunfo, alguna pequeña victoria obtenida con más pérdida del vencedor que del vencido. Así cerramos este año que termina. Poco que celebrar, salvo a los muertos, a los hermanos y amigos caídos, a los que nunca más volveremos a ver más que en recuerdos:

Elizabet Morales en su “Refugio de la Luna” a quien voy extrañar siempre, y cuya partida dejó un vacío imposible de llenar. Leonor Morales en su pequeña casa de Atasta City, quien me enseñó de pequeño que el concepto de Dios era ese gran libro.

Aunque no todo fue sombra, ahí estuvieron los encuentros con María del Pilar , Ignacio Martin, Manuel tejeda, Miguel Angel Arredondo, Agustín Labrada, Sara Ortigoza, los reencuentros con Aidita, Marcela Reyes, Juan Ramón, Rolando Mazariegos, Alejandro Aldana, los Campeche Show entre muchos otros. Aquí estarán los Cuarenta Barcos de Guerra para un año que comienza, los Molinos de Acentos para una ciudad perdida.

Aquí estará la buenasangre, la continuación de los destinos y de la vida.

jueves, 24 de diciembre de 2009

CUARENTA BARCOS DE GUERRA

Un margen de alerta: 40 Barcos de Guerra

Hiriam Barrios

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40 barcos de guerra. (Antología de poesía y sus editoriales)
Exordio de Enrique González Rojo-Artur, presentación de Adriano Rémora
Edición independiente, 2009
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Hay muchos poetas, hombres y mujeres,
por descubrir o redescubrir, sobre todo en provincia
Enrique González Rojo-Arthur


I

La creación de antologías ha sido una práctica consecuente en el ambiente literario de las últimas décadas. Bajo distintos criterios de selección, extrapoéticos en su mayoría, se han presentado compilaciones de todo tipo: generales, regionales, temáticas y, sobre todo, generacionales. Infortunadamente, se percibe en casi todas el vicio que alienta su proliferación: la promoción grupal. Los ejemplos al respecto sobran: “anti-logías” que “van dando nombre”, o, mejor dicho, currículum a la luz del amiguismo, o bien el cinismo “antojo-lógico” de los que se compendian porque, sin mayor trámite, “se quieren tanto”. La polémica que despierta la publicación de una nueva antología —apenas superada por la que generan los premios literarios, como el Aguascalientes o el Gilberto Owen—, se debe en gran medida a falta de un método congruente de selección que, casi siempre, apuntala más a las inquietudes del antologador que a la esencia misma del material tratado. En este espectáculo “perverso” que construye prestigio de forma artificial, no siempre es fácil apreciar una propuesta legítima.

40 barcos de guerra. Antología de poesía y sus editoriales (Edición Independiente, 2009) difiere significativamente de las recopilaciones que buscan promocionar a un grupúsculo cualquiera. No hubo un “compilador” que le diera vida, sino una convocatoria abierta. Participan editoriales independientes (como Amarillo Editores, Versodestierro, Garabatos o El Arlequín), talleres literarios (Amanuense, Cantera Verde o el Taller de Poesía Cartago), casas de cultura (Casa de Arte de Comitán o Las Dos Fridas) y revistas literarias de todo el país (ARCA, Blasfemia, Clarimonda o Metáfora). 42 proyectos y 168 voces que no comparten un denominador común. Conviven, en el mismo espacio, poetas octogenarios con extensa trayectoria y jóvenes nacidos en los noventa que, en algunos casos, publican por primera vez. La idea rompe con la trillada manufactura antológica por generaciones, o la selección supeditada a un lapso temporal específico. Pero la pluralidad es, según se juzgue, un acierto o una tara del libro: por una parte, se ofrece un panorama extenso del quehacer poético en la actualidad, por otra, ser incluyente y rigurosos al mismo tiempo es prácticamente imposible, y no por otra cosa la antología está llena de altibajos.

Sin embargo, el concepto antológico no deja de llamar la atención pues, como afirma Adriano Rémora en el prefacio, la propuesta “es inédita por lo menos en México. No existe registro en donde 42 proyectos independientes de manera autogestiva, contraria a la mente tradicional, se aventuren a conformar un libro de poesía con 42 ópticas diferentes”. Y en esta extensa gama de posibilidades, ¿qué puede encontrar el lector? Tras una primera lectura, las respuestas afloran: 40 barcos de guerra es una guía de propuestas editoriales y de poetas que las representan, un libro de consulta que permite trazar rutas escriturales al margen del oficialismo y con ello un acercamiento a los poetas que desde distintos puntos de la república toman la palabra: Norma Bazúa (1928) en Sinaloa o María Rivera Valdez (1954) en Chihuahua, Jesús Bartolo Bello (1970) en Guerrero, Lorenzo Morales Malasangre (1973) en Tabasco, Leopoldo Ayala (1939) e Iván Leroy (1966) en la Ciudad de México o Yabel René (1968) y Porfirio García Trejo (1957) en el Estado de México, por mencionar unos ejemplos. Autores que a pesar de ser conocidos, no son reconocidos por un grupo amplio de lectores y esto no se debe al aparente localismo en el que proyectan su obra, sino a su independencia frente a los aparatos de poder: no juegan en el equipo oficial. La antología es un mapa poético interesante porque, de otra forma, sería imposible conjuntar las voces aquí expuestas.

El título beligerante no es en vano. La antología representa una lucha contra las mafias literarias —oficiales o no— que viene a demostrar que la edición independiente, lejos de ser expresión subterránea o poco meritoria —un samizdat, como lo bautizó Nicolái Glazkov—, es una forma de entablar un diálogo desde los márgenes de lo establecido. La antología cobija propuestas no del todo aceptadas por la mirada canónica de las instituciones culturales: Clarimonda, revista alternativa mexiquense; Mezcalero Brother’s Ediciones, del contracultural Tianguis del Chopo, los Poetas en Construcción A.C. de Ciudad Nezahualcóyotl, con casi veinte años de trabajo y más de cincuenta títulos publicados, o bien nombres como Bruno Montané Krebs o Mario Raúl Guzmán, que algún tiempo fueron poetas del movimiento infrarrealista (uno de los episodios más ninguneados en la historia de nuestras letras). Más importante: éste es un itinerario que compendia el trabajo independiente que se realiza en los rincones de la provincia y que no siempre tiene resonancia en el centro: Garabatos en Sonora, un estado con menos de diez librerías; La Tarántula Dormida, en Guerrero; Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, proyecto México-Chicago o Placa, plataforma de artistas Chilango-Andaluces (también resulta interesante la nómina de autores nacidos en otras latitudes que escriben en México o que mantienen contacto gracias a estas ediciones transnacionales: Sofía Faddeeva, de origen ruso; Eduardo Lucio Molina y Vedia, argentino; o Diego Vaya, español, entre otros).



II



Hace ochenta años El Grupo sin Número y sin Nombre proclama la inserción de las provincias en el quehacer artístico de la nación. La agrupación jalisciense pretendía la apertura de la periferia, confinada en una suerte de anonimato debido a la exclusión del foco artístico capitalino. Aunque no se trata de la primera disputa entre las demarcaciones y el centro, el hecho en cuestión registra una de las confrontaciones más significativas por la descentralización del medio cultural. 40 Barcos de guerra se inserta en esta confrontación, pero su disputa es contra las pandillas literarias que dominan los espacios oficiales. El libro nace en el marco del Homenaje Nacional al Poeta y Filósofo Enrique González Rojo-Arthur y el hecho me parece bastante significativo: González Rojo, autor de “Prolegómenos a una sociología de la mafias literarias” y responsable de los libros El rey va desnudo (1989) y Cuando el rey se hace cortesano (1990), desaparecidos desde su publicación porque cuestionan y ponen al descubierto los nexos entre Octavio Paz y el salinismo, es acaso el mejor ejemplo de escritura independiente del Estado y al margen del amiguismo. No está demás suscribir algunas palabras en el exordio de 40 barcos de guerra, preparado por González Rojo:



Las instituciones culturales del gobierno […] junto a una mafias y “capillitas privadas” […] nos muestran el espectáculo triste y desolador de un puñado de poetas que son ganados por el afán de poder, el ansia de reconocimiento y hasta por las prebendas malolientes que se pueden obtener en un mundo cultural como el nuestro. En cierto sentido —no soy el primero en asentarlo, pues se trata de un lugar común— la historia de la poesía mexicana es la historia de sus mafias.

La lucha por la apertura democrática de los espacios que generan mayor impulso, ubicados principalmente en el “centro”, no ha dado su última batalla pero es indiscutible que la presencia de las provincias ha estimulado la creación de tradiciones “aledañas” que han enriquecido considerablemente el panorama de nuestras letras: a principios de los años 80 Sandro Cohen sostenía que, después del D. F., los estados de Jalisco, Chiapas y Veracruz eran los más importantes por su larga historia literaria, y en los últimos años la frontera norte ha reclamado su lugar en la República de las Letras como portavoz de las nuevas tendencias (la Estética de los confines, para decirlo con Javier Perucho, o la “tradición tijuanense”, como sugiere Heriberto Yépez).
Si, como se ha dicho, la historia de un libro se escribe cincuenta años después de su publicación, falta mucho para conocer la trascendencia, si es que la tiene, de esta antología. Será importante el trabajo de difusión que cada una de las editoriales haga al respecto para colocar este libro en los estantes “adecuados”. Por el momento, 40 barcos de guerra es una importante invitación a sopesar el trabajo literario independiente en la actualidad. Una mirada a los márgenes escriturales en alerta a las inquietudes y necesidades del medio cultural.


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Hiram Barrios (Ciudad de México, 1983) estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Ha publicado en distintas revistas y medios electrónicos. Pertenece al Consejo Directivo de la revista Dédalus ( www.revistadedalus.com).

lunes, 30 de noviembre de 2009

Ignacio Martin, con toda la intención de la poesía

"Nos pasamos el tiempo intentando saber si se pronuncia el fuego..."
Ignacio Martin.
Con toda la intención de la poesía, Ignacio Martín irrumpe como viajero incansable en el vasto paisaje literario de este siglo. Sin negación o dudas, hay en su búsqueda un indisoluble nexo con la tradición.

Me gustan las palabras que no niegan lo ajeno,
que disfrutan del otro,
que acogen lo distinto.

Son las que me definen.

O a eso aspiro.

(Motu propio)
El poeta, cierto de los territorios que pisa, propone comunicarnos sin grandes “aspavientos” literarios, su revelación personal del mundo.

Yo no soy trasgresor de los espacios
de las cantinas;
no voy a ellas a hablar nomás de la poesía,
a verme superior,
a bañarme de pueblo
para no oler tanto a ratón
de biblioteca;
a crearme un mundo propio que se vea
evidentemente
con toda y radical
oposición.

Prefiero ser un trasgresor de la poesía,
renegar,
rasgar las vestiduras
de los que la volvieron un poco puta
o sorda.

(Pica en Flandes)

Fuera de ese mundillo absurdo, de esa moda de rendirle culto a la personalidad de los poetas y no a sus manifiestos, es admirable encontrarse con libros colmados de sentido, libros donde el lector puede dilucidar los significados del decir de un poeta que ha ido perdiendo en el poema, su inocencia.

Yo sólo quiero
y pido
que el amor dure
lo que duran los sueños.

(Motu Proprio III)


Reencontrarse con una voz que va nombrando al pan por pan y al vino, vino, sin perder de vista la concisión del lenguaje y la esencialidad de una buena imagen.

A veces perderse
es la única manera
de encontrarse.


Libros donde en el corpus de sus textos, el poema es también historia y en otros la preconstrucción de signos, donde ambas interpretaciones, la literal o la alegórica están visiblemente dadas por la economía de recursos y la fortuna de su enorme capacidad de síntesis.

“Todo es un libro, todos somos libros; recordar es mucho más complejo, y maravilloso, que conjurar fantasmas.
Este libro es verdad mientras no se demuestre lo contrario.
Quizá es que a veces la verdad es más diminutivo que concepto”.

Variadas motivaciones mueven las intenciones de sus libros. La negación a una nacionalidad subordinada, el amor y su contraparte, la banalidad de ciertos mundos, sus éxodos, sus peregrinajes.

Encontré este libro rebuscando entre mis ganas de escribir, de recordar para seguir en el camino. Lo encontré en la tristeza de un amigo muerto, en la certeza de un maestro vivo, en la necesidad del testimonio.

Encontré este libro; y me di cuenta de que era una conversación: con otros libros, con mis fantasmas.

Encontré este libro, y me di cuenta de que no era un libro, porque era muchos libros; de que no tenía género, porque no existen, o porque sólo hay uno; de que no tenía orden porque, en cada paso, había que volver a comenzar el camino.

Por si acaso, todo empieza en un viaje concreto que, además, tiene algo de iniciático; en busca de algo, quizá de mí mismo: todo es un homenaje a un amigo muerto, pero también la seguridad de que mientras viva en lo que hago, lo que hacemos, será más que un recuerdo.

En fin, que se podría buscar, hacia el final, algo como un principio, y hasta el título; y volver al principio, y seguir.

En fin, que, como todo, podría tener un orden, pero no le hace falta, que ya, antes, alguien había escrito Pedro Páramo, El bosque sumergido, Los fuegos pronunciados, El libro de los abrazos; tantos otros…

Que ya antes alguien había escrito Rayuela; y nos había regalado a la Maga diciendo que nos volviéramos cronopios…

Que ya antes Vallejo, e id a buscarla, y todavía…

(Función Negra)

Ignacio Martín
es pues, más que un poeta distinguido (Digamos por ciertos círculos), un poeta que se distingue asì mismo de sí mismo, un poeta emergente(Literal o alegoricamente), ambidiestro de manos, de patas, de patria y pero sobre todo de palabra y corazón.

Si a vos les interesa visiten su Página web: www.ignaciomartin.com

jueves, 5 de noviembre de 2009

PAIDEIA…hasta la última letra


Cómo hacer que en su “dimensión desconocida”, el arte, la ciencia y la literatura formara parte de nuestra colectividad fue la pregunta que Daniel, Ernesto y yo nos hicimos.
Fieles a nuestra costumbre, decidimos reflexionarlo digamos profundamente en un bar reconocido de Villahermosa.
A Daniel Peralta y a mí, más curados de espanto en las lides editoriales alternativas, (ya que para entonces habíamos editado y publicado con relativos números de ejemplares, la otrora ilustrada y efímera revista cuento Verde junto con Luis A.G. Naranjo, y el tiraje encubierto de Peso Poético y Peso Narrativo de la colección de trípticos cuadernos revolcados)nos dio vergüenza reconocer que apenas y pretendíamos hacer algo en Tabasco respecto al vacío editorial que involucrara el arte, la ciencia y la literatura. Que por el contrario, habíamos sido hasta cierto punto cómplices mudos de que proliferaban a diestra y siniestra la publicación de revistas y periódicos dedicados más al elogio político, el sablazo dizque periodístico y al sensacionalismo a ultranza.
A raíz de ello se funda el periódico mensual PAIDEIA y se publica su primer número. Así como si de una cruzada se tratase, los tres ilusos y alegres compadres nos comprometimos con aquello de qué se dice acerca de la realidad del arte, la ciencia y la literatura, cómo lo dicen, quienes lo dicen a quién se lo decimos, y con qué efectos y qué pretendemos lograr con ello.
Nos propusimos entonces a estructurar los contenidos, a batallar con la periodicidad, la difusión (ya no digamos la venta, el lidiar con la nada agradable idea de la venta de publicidad por razones de subsistencia), por lo que cada número representa una constante búsqueda por encontrar el equilibrio entre el fondo y la forma, entre los temas y las maneras de decirlos.
Con salida de Ernesto H. Felipe del mítico sueño tabasqueño, los paideyanos que quedamos nos dimos a la tarea de reestructurar el proyecto, siendo cada vez más críticos de los retos que una prueba de fe como este periódico representa para todos los que aun tenemos ese eterno retorno a la resistencia, a la infinita obstinación de que todo ya, halla sido dicho.
A pesar de la crisis (y no precisamente la de Chico Che),y que algunos anunciantes han preferido redireccionar su anuncios en los diarios donde cachondamente en las páginas centrales, aparecen las chicas del tubo o despellejados, apuñalados, sanchados y etc.
Aún así, tiramos este cuarto As bajo la manga, que hemos titulado, Literatura Horrorosa, en un guiño descarado a nuestros afortunadamente fieles lectores.
El Alejandro Breck y El Profe Gama, (este último conocido en el bajo y medio mundo literario como el Power Ranger de la literatura tabasqueña), pudieron armar este sensacional número que ya se nos estaba haciendo piedra en el bolsillo.
PD. Se aceptan lectores y colaboradores.
Informes, sugerencias,quejas y suscripciones a: periodicopaideia@gmail.com





jueves, 8 de octubre de 2009

POETA TABASQUEÑO DIALOGA CON LA UIET

En el IV Aniversario de la UIET y como parte de las múltiples actividades culturales y deportivas de la V Jornada cultural en la UIET, se presentó Lorenzo Morales Malasangre

Ante un público joven y expectante, y en el marco de la V Jornada Cultural de la Universidad Intercultural del Estado de Tabasco (UIET), se presentó el poeta tabasqueño Lorenzo Morales Malasangre, quien en un ambiente de calidez y confianza consiguió que los estudiantes se mostraran interesados en su obra poética, y dialogaran con él.


Bajo la coordinación de la poeta zoque Mikeas Sánchez, la presentación de la plaquette “Toda ciudad es una isla”, comenzó con un breve preámbulo de la también docente de esta casa de estudios, afirmando:

“Si Carlos Pellicer dialoga con la naturaleza y José Carlos Becerra tiene el don de la clarividencia, Lorenzo Morales es un poeta profético, un poeta que ha caminado el asfalto, es un poeta que entabla una conversación desalmada con lo urbano, con el dolor, la soledad y la muerte, por eso el dialogo con su poesía es compleja”.



Lorenzo Morales, es fundador del colectivo Diáspora y del Encuentro Nacional de Creadores “Tierra de vacantes”. Ha ganado el Premio Estatal de Cuento Tabasco 2002, el Premio Tabasco de Poesía 2006 y el Premio Nacional de Poesía de los XLIX Juegos Florales de Corpus Cristi, Papantla, Veracruz en 2008. Es becario del PACMYC para proyectos comunitarios de creación literaria. Entre sus publicaciones se encuentran “Atavismos del caminante” (2007, poesía), es coautor de “Versos primeros” (Forcaz, 2006), “Lo que diga el poeta” (2005).

La plaquette “Toda ciudad es una isla”, es una publicación de la editorial Letras de Pasto Verde, en su Colección Nº 8 Del Celta Miserable,primicia para los jóvenes estudiantes, quienes gozaron de los versos del poeta. He aquí una muestra:
Aquí estará la cama

el primer féretro
la cámara nupcial del faraónico dolor desnudo
nuestras vasijas de huesos

las ofrendas rituales del amor.
Aquí estará el dilema
la disyuntiva genuina del lugar común

el tétrico museo de la identidad del hombre.


Al finalizar la presentación, los estudiantes cuestionaron al poeta sobre sus fuentes de inspiración, para lo cual éste respondió que comenzó a leer un poco tarde, a la edad de 25 años, por lo cual afirmó:
“Todo escritor debe ser ante todo un buen lector, la inspiración o la fuente de donde brota la idea es elemental, pero más valioso es el artificio poético”
e invitó a los estudiantes a practicar esta actividad tan necesaria para un mejor desempeño no sólo escolar sino humano.
Oxolotan, Tacotalpa,Mèxico 20o9

viernes, 2 de octubre de 2009

El Celta Miserable y sus Letras de Pasto Verde


Toda ciudad es un poeta:

a propósito de Lorenzo Morales



“En un acto de crítica que es asimismo un acto de autocrítica, el poeta auténtico pone en entredicho a su yo. Por la boca del poeta nunca habla su pequeño aunque siempre desmesurado ego: hablan las sensaciones, las emociones, los recuerdos, los olvidos, las adivinaciones, los presentimientos, los desvaríos, las iluminaciones y las obnubilaciones de un hombre que no está muy seguro de llamarse como se llama pero que, en cambio, sí tiene la certeza de estar vivo y de hablar frente al otro lado de la existencia.”
Octavio Paz


La historia breve de la poesía en Tabasco registra ya a Lorenzo Morales como un poeta hecho y derecho desde la aparición de su primer libro “Atavismos del caminante”, con el que obtuvo hace algunos años el premio de poesía José Carlos Becerra, ante el desconcierto de propios y extraños.
Sorprende que un hombre como èl que toda su vida ha sido carne de un verdadero discurso literario, como lo es el mundo real, muestre su destreza en la poesía, el relato corto y su entusiasmo por la creación literaria, desde esa aparente sordidez que es la sobrevivencia contemporánea en la que ocupa cargos públicos como mesero, especialista en cortes finos y técnicas para escamar pescados y mariscos, regentear y gerentear supermercados en su mínima expresión, obtener la cartilla del mar para ser desalojado de las plataformas petroleras, realizar como otros poetas locales, estudios inconclusos de literatura y retirarse de la carrera no por irresponsabilidad o incompetencia académica, sino por embarazar a una diosa maya; y después de lo anterior, darse el tiempo para concebir una obra poética intensa y sugerente, con algunas cervezas en mano, desde luego, de la mejor calidad.
Teodosio García Ruiz ha dicho del poeta :
Sin grandes comparaciones podemos decir que en su vida de concreta movilidad lúdica, este poeta se asemeja a Charles Bukowski, Boris Vian e incluso al mismo Malasangre, su alias, su alter ego.
En el desarrollo de su producción literaria encontramos, en estos meses de 2009, el libro “Toda ciudad es una isla”, en la Colección “El Celta Miserable”, de la Editorial Letras de Pasto Verde de Orizaba, Veracruz que dirige el tambien poeta y editor Mario Islasainz.
Es este breve trabajo se condensa un proyecto poético, o por lo menos una cara de ese proyecto. En este sentido es necesario explicitar que las obsesiones del poeta se cifran en algunos elementos como la lluvia, el silencio, la soledad, y ese afán por no decir diciendo; “murmullo sordo”,”juego mudo”, “entre esas voces dormitadas”. La voz imperativa de los poetas es lo que los hace ser lo que son: enunciadores de nuevos vocablos, significados, jeroglíficos, signos y símbolos. Este autor no escapa a esas estampas verdaderamente de creación poéticas, y se da el lujo de iluminar toda la oscuridad que nombra.
“Toda ciudad es una isla”, es la apuesta por sacar brillo al lenguaje desde los elementos más cotidianos de la ciudad: la casa en venta, el hombre en remodelación, los cristales íntimos que no logran su objetivo, las aguas y sus cañerías de silencio y abandono. Con metáforas bien logradas, que parecen los primeros ejercicios de un infante poeta que lo hace bien en su primera vez y también en la segunda, cada poema de este volumen es un desafío al conocimiento y la emoción del lector, por cuanto en diversos tiempos de lecturas alienantes en la que nos involucramos los lectores de poesía, pareciera que ya nada puede sorprendernos.
Con lo anterior tenemos que el poeta respira, inspira profundo. Reconoce el silencio como instrumento o espacio regulador del lenguaje. Sabe o intuye con soberbia seguridad, que para crear vida es necesario transitar por cualquier tipo de adversidad o deliciosa alfombra de pétalos o lluvia fresca en el verano; sabe también que toda actividad es registrada, se documenta, en la sublime capacidad de almacenamiento y recuperación de la vida: la memoria. Esta es mencionada de modo recurrente en varios poemas, así como esa adversidad que busca ser negándose a ser, diciendo lo que no quiere decir.
¿Cuál es la ciudad de este libro? ¿Y la isla? La respuesta es una inquieta interrogante. No hay una ciudad con sus cotidianas manías de estereotipo: hay una propuesta de ciudad imaginada, vivida, recreada en el silencio, las palabras no dichas, el atisbo interior a un hombre citadino que se encuentra en un estado de latente delirio de decir. Sin embargo, mientras este hombre se concentra en sí, la grosera ciudad que el lector imagina no aparece en el libro. No se nombra porque está en el texto apenas sugerida, aislada como esos espacios eléctricos que energizan a quien se cruza en sus campos magnéticos y a quien se expresa en estos poemas. Toda ciudad es una isla es la aseveración del poeta que no titubea en la maniobra de los elementos poéticos que están en su mano; le dice al lector: toda ciudad es una isla, toda acción es una obra en ciernes, todo fruto es y lo demás no. Así que en la parcela donde se hacen las operaciones del lenguaje poético que le tocó a Lorenzo Morales, está el equilibrio de laboratorio donde mueve sustancias de absoluta humanidad que transitan con relativa lentitud: del silencio, a las palabras no dichas, a las cosas fosforescentes en su oscuridad y de ahí a la memoria, lugar sagrado donde todos los poetas sino son santos, son una isla.

Gamaliel Sánchez Salinas

lunes, 14 de septiembre de 2009

Y volver, volver... volver

Por aquello de las dudas, vuevto desde la memoria, para dejar constancia de aquel Tercer Encuentro Nacional de Artistas Jóvenes Independientes (ENAJI) “Tejiendo Lazos entre el Arte y la Comunidad” realizado en noviembre del pasado año en el Foro Cultural “Calpulli-Marina”, en la Ciudad de México.

El colectivo cuatropuntos sincronizado como reloj suizo, desde el sur al este y del norte hasta el oeste, planificó y llevó hasta la ùltimas consecuencias las jornadas interdisciplinarias donde tuvieron cabida manifestaciones distintas en pro del albedrío, el arte, y la manifestación de sus creadores.
Puestas en escena, performances, buenos documentales y mejores cortometrajes, conferencias, presentaciones de libro y editoriales.




Un fraternalismo encabronado a pesar del frìo de los rostros se sintió hasta calar los huesos



con saldo a favor terminò este alternativo encuentro que a colectivo Diáspor@ le sirvió para darse cuenta que la picada de piedra es en todos lados, que el desinterés existe y que a pesar del esfuerzo de un puñado de cabrones, los que habitamos este paradójico País, preferimos otras evasiones a dejarnos sensibilizar por lo necesario del arte.
Pero pùes Arturo Alvar entre otras cabezas de la organización estuvo a la altura de la circunstancias y como los otros colectiveros, pudo revertir con creces la tendencia de la ausencia que amenazaba con boicotear los eventos.
Mucho contribuyeron las poetas del megáfono, los hermanos macias, los verso destierro y su cuadrilátero, los de la congeladora de uva, las bandas de rock, reguee y algunos otros a los que les debo nombres y apellidos.
PAIDEIA por lo tanto puso de su parte, se multiplicó y aunque aun no ha recogido los frutos de lo sembrado, sigue a la espera de su temporada de lluvia.